jueves, 19 de enero de 2012

Sigo buscando la niña que llora en tus fiestas..

Es una felicidad de nube está pero no está, la ve pero no puede tocarla, no sabe a que huele pero si que a veces sabe un poco dulce y otras muy amarga. Lo peor es que no es suya. No la hace ella, ni decide a que sabe hoy ni a lo que sabrá mañana son los demás los que, la mayoría de veces sin saberlo, la cambian a su antojo y ella lo sufre o lo celebra, lo ríe o lo llora, pero siempre por lo que han elegido otros.





Para su gusto se queja poco comparado con lo enormes que son los dolores y para el gusto de los demás siempre se está quejando, entonces se pierde, se marea, le gustaría parar en ese mismo momento y tumbarse en el suelo mirando al techo taparse los oídos y dar patadas, muchas, hasta que le dolieran los talones y pararía solo para levantarse ponerse una bufanda y una chaqueta calentitas, y salir a andar, la hora no importa. Adora caminar sin nadie, con música y llorar hasta que la mezcla de las lágrimas y el aire frío que viene de cara la obligan a sacar una mano calentita del bolsillo y quitarlas de la cara para no congelarse.

Después de esos días se promete que es la última vez, pero esas promesas se olvidan a la mañana siguiente.

Se seguirá insultando a si misma hasta el día en que cambie algo, pero da igual porque como hasta ahora, si algo cambia, seguro que será a peor.